viernes, 9 de diciembre de 2011
BlackLabyrinth (5)
BlackLabyrinth (4)
jueves, 19 de mayo de 2011
BlackLabyrinth (3)
- Gra…gracias-. Me sentía fatal, por mi culpa Miquel había tenido que pelear contra el salvaje de Alex y su pandilla. Alcé el rostro para mirar la cara de aquél chico al que apenas conocía y que incomprensiblemente me había ayudado.
- De nada-. Ni tan siquiera alteró la expresión, ni me miró. Cualquiera diría que en lugar de recibir una paliza en mi lugar me había prestado un boli.
Ambos caminábamos hacia el centro de la ciudad, yo aún llevaba su mochila, no me había atrevido a devolvérsela desde que empezó la pelea. Lo cierto es que aunque me había salvado, aquél chico me impresionaba bastante.
Él se había enfrentado a cuatro cafres y, pese a que había recibido varios golpes, nadie hubiera sabido decir cuál de los cinco había acabado más malparado. De hecho, cuando oímos las sirenas de los coches de policía, alguien debió de llamarlos para parar la pelea, y todos salimos corriendo (asustados no sé muy bien por qué, pues ni Miquel ni yo habíamos hecho nada) hubiera apostado mi sueldo de verano qué esos cuatro estaban agradecidos de poder irse sin que pareciera que huían.
Luz verde, cruzamos la calle.
- ¿A dónde vas?-. Su voz me sacó con brusquedad de mi ensoñación.
- A la calle Corona… cerca de la plaza.- Respondí, su cara no traslucía ninguna emoción, estaba, simplemente tranquilo, inexpresivo.
- Yo voy un poco más lejos… -. No añadió nada más, supuse que, por el momento, seguiríamos por el mismo camino.
Al principio cuando se abalanzaron sobre él, Miquel no pudo con los cuatro a la vez y empezó a recibir una lluvia de golpes, pero, poco a poco, empezó a defenderse mejor, lanzó a Junior con una llave al suelo y asestó una patada a "Moreno" que lo impulsó para atrás. Desde entonces en ningún momento luchó con más de dos a la vez y cuanto más rato pasaba más recibían los cuatro. Simplemente Miquel era más rápido, mucho más.
- ¿Vives por aquí?-. Sin darme cuenta llegamos a la plaza del ayuntamiento.
- ¿Perfecto, me devuelves mi mochila, por favor?-. Avergonzado se la devolví con prisas y se me cayó al suelo.
viernes, 1 de abril de 2011
Black Labyrinth (2)
Las nubes se teñían de rosa y naranja por el ocaso y hacía un calor prohibitivo para ser mediados de Octubre. A las cinco de la tarde todos los estudiantes salían a trompicones del instituto, a disfrutar del privilegiado ambiente, por el contrario, a mi las nubes rosas y el calor me hacían sentir extraño, tenía un mal presentimiento aunque, claro, con el sobre negro en el interior de mi mochila mi humor no era el más adecuado.
Bueno, sin rodeos, que aquella calma vespertina me daba un mal rollo brutal.
Paso a paso, me fui alejando del instituto, algún que otro compañero de clase me saludó, aunque no le hice demasiado caso, tenía ganas de estar sólo para descubrir el contenido del sobre, aunque hasta que el último rayo de sol se ocultará en el horizonte no podría abrirlo, esa era la primera regla.
Súbitamente, empecé a oír gritos a mi alrededor, volví a la realidad de golpe y me giré hacia el origen del grito. Aunque quizás fuera más correcto decir que el origen del grito se me abalanzó.
Un chico chocó contra mi, cabeza contra cabeza, me retiré dolorido y él hizo lo propio pero, al echarse para atrás, algo le golpeó y cayó de bruces al suelo. Mi mente tardó unos instantes en percatarse de la situación. En el suelo ,a mis pies, se encontraba un pobre chico llamado Dani, iba a la clase de Cuarto B cómo yo, aunque nunca habíamos intercambiado más de dos palabras seguidas. El origen de su caída y, intuí, su choque contra mí era otro de mis "compañeros" del Cuarto B ,Alex, acompañado de tres tipos cuyas caras me sonaban pero a los cuales no pude adjudicar aula o curso.
- ¡Mira por dónde vas ,idiota!-. Alex le propinó un puntapié a Dani que se retorció en el suelo. – ¡Mirad! Si tiembla cómo una nenaza, ¿es que no vas a pedir disculpas, nenaza?- . El pobre de Dani desde el suelo se giró levemente, visiblemente asustado por la súbita agresión.
- Pe… perdón, yo no quería chocar contra vosotros, iba distraído y…-. El grito de dolor de Dani se oyó por toda la calle, Alex lo pisoteó con brutalidad un par de veces y sus amigos se rieron al ver que el pobre de Dani gateaba desesperado hacía mí.
Al principio se cubrió asustado al ver mis piernas, supongo que pensaría que también lo iba a patear. Al mirarme, vi que tenía lágrimas en los ojos.
Con el grito de Dani muchos estudiantes que aún quedaban por los alrededores del instituto se acercaron a ver qué pasaba, algunos preguntaban cual era la situación, otros, más avispados, ponían al corriente a los primeros. Miré a mi alrededor, calibrando la opinión general que tenían los allí presentes sobre la situación.
Aunque algunos parecían reprobar la conducta de Alex y su grupo nadie alzaba la voz para mostrar su desacuerdo, algunos incluso se limitaban a observar atentos, cómo esperando a ver cómo continuaba el espectáculo.
Reconocí a algunos de los que iban a mi clase y podría apostar que muchos eran amigos de Dani, al fin y al cabo a diferencia mía, él había estudiado en aquél instituto desde el principio de la secundaria y era un chico amable y simpático, aunque recibía algunas burlas por su lánguido cuerpo se podía considerar uno de los chicos populares de la clase.
Y aún así, nadie decía nada, nadie hacía nada por ayudarlo. Asqueado, miré a Alex a la cara. Bueno, era sin duda uno de aquellos tipos con los que uno intenta llevarse bien para no tener problemas, en ese instituto no se hacía bachillerato y él había repetido una o quizás dos veces, eso lo convertía en el alumno más grande de todo el instituto. Media metro ochenta y era bastante fuerte, se notaba que iba al gimnasio y sus tres lacayos eran por el estilo, aunque no tan robustos.
Supongo que es normal que nadie intervenga, aún así estas cosas siempre me han asqueado.
Le tendí mi mano a Dani, que la cogió cómo si fuera un flotador en pleno pacífico. Tiré de él para ayudarlo a levantarse aunque de hecho casi me lo llevo por delante. Pesaba aún menos de lo que su pequeñez sugería.
Alex me miró sorprendido, preguntándose cuales eran mis intenciones.
Me limité a poner la mano en el hombro de Dani y a obligarlo a avanzar conmigo entre aquella escoria. Al pasar a la altura del último de ellos, un tipo con el pelo largo mezcla de gitano y rapero, este me golpeó con el hombro.
- ¿Me has empujado? -.
- ¿Has empujado a Junior?-. Repitió Alex con una voz que decía claramente "tienes problemas".
Suspiré exasperado, hoy estaba siendo un mal día. Miré a Dani, estaba aterrado, en sus ojos leí lo que no le salía por la boca "perdón por meterte en esto", acompañado de un "Por favor, no me abandones a mi suerte".
Resoplé, estaba realmente asqueado. Lentamente me desembaracé de la mochila y se la di a Dani.
- Guárdame esto, por favor…-. Entonces me acordé del sobre negro que contenía.- Ni se te ocurra perderla, ¿vale?-. Me giré hacía los cuatro matones, dejando caer mi abrigo en el suelo.
"Hoy está siendo un día pésimo".
- No, no he empujado a nadie, pero no te preocupes, puesto que si buscas una excusa para pelear la has encontrado… me dan asco los humanos, un asco tremendo. Y tú y los tres cobardes que te acompañan sois del tipo de humanos que más asco me dan.-
- Ya tienes tu excusa, ahora ven.-. Tardaron unos segundos en reaccionar, luego se me abalanzaron los cuatro a la vez.
"En serio, que asco de humanos".
miércoles, 30 de marzo de 2011
Black Labyrinth (1)
domingo, 20 de marzo de 2011
Black Labyrinth
Estaba corriendo, en un lugar en el que nada parecía avanzar ni retroceder, por mucho que corriera todo a mí alrededor era oscuro y asfixiante, cómo si pasara a través de una densa nube de humo. Desesperado, apreté el paso aún más, hasta el punto en que empecé a sudar.
Pero no servía de nada, estaba encerrado en aquel mar de oscuridad, todo era vacío a mí alrededor, ni tan siquiera oía mis pisadas contra el suelo, ¿suelo? Entonces me arrodillé esperanzado, si estaba corriendo tenía que estar haciéndolo encima de algo tangible, puse mis manos en la penumbra, esperando alcanzar con mis dedos un soporte duro. No fue así, mis manos se hundieron en la nube negra hasta desaparecer de mi vista, sentí como si súbitamente tiraran de ellas hasta que dejé de sentir los dedos, luego las palmas. Aterrado tiré hacia arriba con todas mis fuerzas, era inútil, lo que fuera que tirara de mí me arrastró hasta que mis codos también desaparecieron. Entonces me maldije a mí mismo, recordando que no debía tocar la Black Labyrinth. ¿Black Labyrinth? ¿Qué demonios estaba diciendo, qué era la black labyrinth? Me había hundido casi hasta los hombros en la oscuridad, intenté chillar, pegar los pies en el suelo para tirar hacia arriba, pero también los pies fueron absorbidos, luego las piernas. Casi había desparecido todo mi ser, empecé a llorar, pero las lágrimas no llegaron a caer de mi rostro, pues la oscuridad había hecho desaparecer ya mi barbilla, luego la boca, no pude chillar más, la nariz, me ahogaba, de pronto la oscuridad empezó a teñir mis ojos, hasta que todo fue negro.
Me desperté chillando, amarado en sudor.
Al principio me vi envuelto en la misma oscuridad y me asusté, pero al poco mis ojos se acostumbraron y pude divisar ligeros rastros de objetos conocidos. Ligeros haces de luz plateada se filtraban a través de la persiana mal cerrada. Estaba en mi habitación. Súbitamente agotado, me derrumbé encima del colchón y vi en el techo marcada con un láser rojo la hora. 2:21 Siempre era aquella hora. Aquella dichosa hora, aquél maldito sueño, otra vez, nunca lo recordaba, pero sabía que había soñado “Eso” porqué siempre me despertaba muerto de miedo a la misma hora.
“No puede ser, ya van tres veces esta semana…”, cerré los ojos y noté algo extraño, al rozarlos con mis dedos noté la humedad. Estaba llorando. Enfadado, agarré el cojín y lo tiré al otro lado de la habitación, luego me tapé hasta los ojos con la manta. Caí dormido antes de que esta se posara encima de mi cuerpo.
Aún dormido un par de lágrimas resbalaron de entre mis párpados.